jueves, 3 de diciembre de 2015

Voy a leerte bien

Voy a decirte en prosa lo que no supe decirte 
ni con versos, ni con besos.



He oído decir eso de que no hay que juzgar a un libro por su portada, ni a una persona por su apariencia, pero también he oído que la primera impresión es la que más cuenta y la más difícil de cambiar.

Supongo que vivimos entre contradicciones que nos roban el aliento y no nos dejan respirar, y es que a las personas no hay que juzgarlas por su portada, porque somos como libros abiertos, con muchas historias ya escritas, pero muchas más historias por contar.

Hay que encender el noveno sentido para poder ver a través de todos los pensamientos que nos han impuesto para vivir en sociedad, y aprender, no a ver gente, sino a leer personas.



Todavía recuerdo el día en el que me paré ante tus ojos y te leí el alma, y supe que lo único que quería era leerte bien.

Me juré a mi misma que no dejaría que ningún juicio ni prejuicio pudiese hacer interferencias. Quería leer tu portada, pero también leerte entre líneas, y capítulo a capítulo, para descubrir quién eras y cómo era tu peculiar manera de entender el mundo. Y fascinarme con los capítulos de tu historia, pero sobre todo fascinarme sabiendo que tú eras sólo tú, y no  una surrealista idea de cómo creía yo que eras.

Quise dejar de lado cualquier posible idea preconcebida y cualquier idealización, para poder dejarme sorprender por ti sin esperar nada a cambio, porque, de haberlo hecho, hubiese malinterpretado tu historia.




Recuerdo que te dije esas palabras de, "Yo no busco nada, sólo dejo que la vida me sorprenda"

Pues bien he de decirte que... me has sorprendido, y que quiero leerte; desde tus emociones más ardientes a tus miedos más profundos, y decirte que; cuando acabe de leer tu historia, podríamos empezar la nuestra.

- mg.








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