domingo, 6 de mayo de 2018

Donde reside la magia

Microcuento para aquellos a los que les pitan los oídos.

Era un sábado cualquiera. La noche cayó sobre la ciudad bulliciosa y las personas que vivían en ella se preparaban para no dormir, mañana por la mañana les pitarán los oídos. Es lo que les ocurre a los cerebros que no sueñan. 

El viento soplaba con fuerza y el aire olía a tormenta, tan deseada por mi como odiada por todos, todos aquellos que no quieren despeinarse. Pero a mi me gustaba mojarme.

Esa noche fue la que el viento se llevó la funda de mi almohada tendida en la terraza y con ella mis más terribles pesadillas. Pesadillas de ciudades con altos edificios que hacían sombra y no dejaban ver el cielo, ciudades con mareas de gente y orillas sin personas y naufragios varios de bar en bar.

Existen personas creativas en lugares como este solo necesitan magia. Magia para ver con sus propios ojos el mundo tal y como lo ven y no tal y como otros quieren que lo vean.

La magia reside ahí, tras las pupilas, en lo más profundo, en lo más oscuro para que nadie pueda verla. Pero a las personas que tienen magia les brillan los ojos y por eso sabemos que existe. Las personas a las que les brillan los ojos son capaces de cualquier cosa. Y cuando digo cualquier cosa me refiero a hacer algo que nunca nadie ha imaginado jamás que sería posible crear. Algo insólito. Pero para poder verlo tienes que mirar, mirar donde nadie más mira y mirar como nadie más mira, mirar sólo como tú sabes mirar. 



Y corretean por ahí los pobres desdichados, cada vez más rápido, cada vez más pequeños, afirmando con dogmatismo y necedad que la magia no existe. Quizá porque la han buscado y no la han hallado, quizá porque no saben que la magia reside en ellos, en sus pupilas y que sólo tienen que aprender a mirar con otros ojos. 

MG.

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