domingo, 13 de diciembre de 2020

La celebración de la ignorancia

Quisiste beber más atardeceres 

dejando que los últimos rayos de sol 

acariciasen tu frente. 

Pero te lo perdiste 

porque el sol se puso 

mientras tú veías Netflix.



Quisiste sentir algo crecer en tu pecho 

y que embriagase tu mente, 

una ilusión que diese sentido a tu existir 

y que motivase tus acciones. 

Pero te doblegaste 

a la religión de nuestra época, 

y en lugar de rezar o soñar, 

contestas notificaciones. 


Quisiste saber de tí 

más allá del reflejo del espejo, 

conocer en profundidad tus debilidades 

y también tus virtudes 

y trabajar por convertirte 

en la mejor versión de ti mismo. 

Pero ocupas tu tiempo 

cediendo tus datos 

a las grandes corporaciones 

y son ellos quienes conocen tu talón de aquiles 

y saben cómo enriquecerse 

mientras tú te mermas como persona 

pero consumes. 


Quisiste comenzar un viaje en coche 

y abrir la ventanilla 

para dejar que el viento enredase tus cabellos 

mientras te golpeaban los perfumes del paisaje 

y la libertad tocaba techo en el cielo. 

Pero has permitido que tu privacidad 

y tu libertad estén en riesgo 

sin haber sido consciente del precio. 



Quisiste vivir en una nación justa 

y llena de oportunidades,

en un planeta rico, diverso y limpio.

Pero tus acciones favorecen la aparición 

de estados nacionalistas y totalitarios, 

que enriquecen a unos pocos 

destrozando nuestro único hogar.


Quisiste equivocarte y aprender de tus errores 

para alcanzar el éxito 

pero usas tu smartphone todo el tiempo 

y te sobrestimulas de "información" 

que consume tu atención. 

Y tu atención es necesaria 

para aprender cualquier aspecto de tu vida 

y para regular lo que sientes, 

tu felicidad incluida. 


Quisiste enamorarte 

para que tu cuerpo liberase endorfinas 

y vieses el mundo teñido de rosa. 

Pero has estado ocupado con las "Push notifications" 

que liberan dopamina y adrenalina, 

poco a poco y sin darte cuenta,

has cambiado la química de tu cerebro 

y sientes ese ansia de que nada es suficiente.

¡Enhorabuena! 

Te has convertido un consumidor obediente.



Quisiste el algún momento del final de tus días, 

alcanzar o rozar la sabiduría. 

Pero Google se convirtió 

en la biblioteca más grande mundo 

y todo cambió. 

Desde la forma que accedemos al saber 

y lo que es peor, 

lo que consideramos cierto y lo que no. 


MG.



martes, 24 de noviembre de 2020

Mi rebelión y mi revolución.

Hace cinco años decidí abrir este blog. Sólo cinco años, pero siento que ha llovido mucho desde entonces. 

Son muchos los buenos recuerdos que le guardo a pasarme horas escribiendo entradas que más tarde nunca publicaría y otras tantas que sí. 

Ha sido una ventana a mí misma, a mis ideas, una forma de ponerlas en orden y de gritar con fuerza todo lo que me quemaba por dentro. Ha sido mi rebelión y mi revolución. 

Deberíamos hablar más solos. Hablar con nosotros mismos. Es algo que solemos hacer de niños y que dejamos de hacer a medida que crecemos. Supongo que es porque nuestro lado racional nos hace sentir vergüenza y rápidamente pensamos que estamos locos, pero realmente es un ejercicio del todo interesante. Si tu hablas con las personas que te importan ¿Por qué no hablar contigo mismo? ¿Acaso no eres importante?

Ciertas personas entran y salen de tu vida, otras están siempre ya sea en modo activo o a veces en standby, pero si algo es seguro, es que toda tu vida vas a pasarla contigo mismo. Seguramente te conozcas a grandes rasgos, incluso es posible que de verdad creas que te conoces en profundidad ¿De verdad piensas que te conoces a la perfección? O incluso mejor... ¿De verdad piensas que algún día lograrás conocerte a la perfección? 

Hay ciertos momentos de nuestras vidas en las que podemos afirmar con fuerza un:

- Sé quien soy. 




Sin embargo, no dejan de ser momentos concretos. Nuestra vida cambia constantemente, las personas que están en ella y también nosotros. Por lo que el ejercicio de conocernos y entendernos mejor es algo constante. 

Vivimos en un mundo lleno de ruido y a veces es más fácil simplemente dejarse llevar. Pero lo fácil es enemigo de lo bueno y el precio que pagas es el perder el control de tu vida porque nadie, absolutamente nadie, va a saber vivir tu vida mejor que tú. 


- M.