domingo, 26 de diciembre de 2021

Mi hogar soy yo

Existe en España una pequeña comunidad autónoma famosa por la elaboración de sus vinos. Sus gentes son humildes de corazón y trabajadoras. Muchos de ellos viven de forma habitual en el centro urbano de la capital riojana, Logroño. Los fines de semana y vacaciones se montan en sus coches y vuelven por unos días a la vida rural en sus pueblos para atender las tareas del campo o para disfrutarlo. 


Estas personas siguen viviendo muy unidas a la tierra y, de alguna forma, les hace ser más conscientes de ellos mismos. El paso del tiempo, el cambio de las estaciones, las temporadas de hortalizas y frutas, son un reflejo de cómo el hombre es naturaleza; de cómo transcurre el tiempo en nuestras vidas, de cómo las estaciones nos liberan y atrapan al unísono, de cómo logramos cosechar éxitos o no, según el esfuerzo, la dedicación, el cariño y, cómo no, la suerte que hayamos tenido ese año. 


Soy extranjera de estas tierras pero de alguna forma, últimamente, me siento en casa. Me siento en casa cuando veo a un hombre cuidar de sus viñas bajo la lluvia con los pantalones cubiertos de barro. Me siento en casa cuando veo a una anciana sentada en la puerta de su hogar en la calle observando cómo el día transcurre. Me siento en casa cuando escucho a los niños gritar de felicidad mientras montan en bicicleta sin rumbo fijo. 

Me he sentido en casa a través de sensaciones que dibujan un entorno al que podría llamar hogar. El hogar físico como tal lo llevo buscando desde niña, siempre haciendo y deshaciendo maletas, amueblando y desamueblando casas, metiendo toda una vida en cajas de cartón. 

Pero no todo puede empaquetarse. ¿Qué ocurre con ese rayo de luz que solía despertarte cada mañana?, o ¿con el sonido de las ramas de los pinos los días de viento?, o ¿el olor de las calles, el sonido de sus gentes, la gastronomía del lugar? ¿Qué ocurre con el estilo de vida que hay en cada uno de esos sitios?, ¿las excursiones, los paisajes, el clima, los amigos…? Nada de eso puede meterse en una caja. Todo ello se pierde. 

No importa si vuelves a ese mismo lugar, si te encuentras con quienes fueron tus amigos, si paladeas la comida típica o te embriagas con los paisajes… No deja de ser una sensación resentida porque estás ahí, pero de visita. Sabes dentro de ti que esa ya no es tu vida, que ya no perteneces a ese lugar. 

¿Te imaginas sentirte así siempre?, ¿de visita? Hasta ahora nunca había logrado llegar a sentirme en casa porque sin ser consciente, me perseguía la idea de meterlo todo en cajas de nuevo. 

Este estilo de vida ha ido moldeando mi carácter año tras año. Ya en la niñez dejé de querer tener cosas y ponía todo mi empeño en poder acumular vivencias y así, al menos, llevarme parte de lo importante en mi recuerdo. 

Todas las sensaciones que me hacen sentir en casa tienen algo en común. Tienen en común el hecho de ser auténticas, de ser un fin en sí mismo; el esfuerzo por el trabajo del hombre de la viña; la espera sin miedo a la muerte de la anciana en la calle y la alegría de dejarse llevar de los niños en bicicleta. 

Ahora lo comprendo todo, mi hogar soy yo. 




- MG

domingo, 13 de diciembre de 2020

La celebración de la ignorancia

Quisiste beber más atardeceres 

dejando que los últimos rayos de sol 

acariciasen tu frente. 

Pero te lo perdiste 

porque el sol se puso 

mientras tú veías Netflix.



Quisiste sentir algo crecer en tu pecho 

y que embriagase tu mente, 

una ilusión que diese sentido a tu existir 

y que motivase tus acciones. 

Pero te doblegaste 

a la religión de nuestra época, 

y en lugar de rezar o soñar, 

contestas notificaciones. 


Quisiste saber de tí 

más allá del reflejo del espejo, 

conocer en profundidad tus debilidades 

y también tus virtudes 

y trabajar por convertirte 

en la mejor versión de ti mismo. 

Pero ocupas tu tiempo 

cediendo tus datos 

a las grandes corporaciones 

y son ellos quienes conocen tu talón de aquiles 

y saben cómo enriquecerse 

mientras tú te mermas como persona 

pero consumes. 


Quisiste comenzar un viaje en coche 

y abrir la ventanilla 

para dejar que el viento enredase tus cabellos 

mientras te golpeaban los perfumes del paisaje 

y la libertad tocaba techo en el cielo. 

Pero has permitido que tu privacidad 

y tu libertad estén en riesgo 

sin haber sido consciente del precio. 



Quisiste vivir en una nación justa 

y llena de oportunidades,

en un planeta rico, diverso y limpio.

Pero tus acciones favorecen la aparición 

de estados nacionalistas y totalitarios, 

que enriquecen a unos pocos 

destrozando nuestro único hogar.


Quisiste equivocarte y aprender de tus errores 

para alcanzar el éxito 

pero usas tu smartphone todo el tiempo 

y te sobrestimulas de "información" 

que consume tu atención. 

Y tu atención es necesaria 

para aprender cualquier aspecto de tu vida 

y para regular lo que sientes, 

tu felicidad incluida. 


Quisiste enamorarte 

para que tu cuerpo liberase endorfinas 

y vieses el mundo teñido de rosa. 

Pero has estado ocupado con las "Push notifications" 

que liberan dopamina y adrenalina, 

poco a poco y sin darte cuenta,

has cambiado la química de tu cerebro 

y sientes ese ansia de que nada es suficiente.

¡Enhorabuena! 

Te has convertido un consumidor obediente.



Quisiste el algún momento del final de tus días, 

alcanzar o rozar la sabiduría. 

Pero Google se convirtió 

en la biblioteca más grande mundo 

y todo cambió. 

Desde la forma que accedemos al saber 

y lo que es peor, 

lo que consideramos cierto y lo que no. 


MG.



martes, 24 de noviembre de 2020

Mi rebelión y mi revolución.

Hace cinco años decidí abrir este blog. Sólo cinco años, pero siento que ha llovido mucho desde entonces. 

Son muchos los buenos recuerdos que le guardo a pasarme horas escribiendo entradas que más tarde nunca publicaría y otras tantas que sí. 

Ha sido una ventana a mí misma, a mis ideas, una forma de ponerlas en orden y de gritar con fuerza todo lo que me quemaba por dentro. Ha sido mi rebelión y mi revolución. 

Deberíamos hablar más solos. Hablar con nosotros mismos. Es algo que solemos hacer de niños y que dejamos de hacer a medida que crecemos. Supongo que es porque nuestro lado racional nos hace sentir vergüenza y rápidamente pensamos que estamos locos, pero realmente es un ejercicio del todo interesante. Si tu hablas con las personas que te importan ¿Por qué no hablar contigo mismo? ¿Acaso no eres importante?

Ciertas personas entran y salen de tu vida, otras están siempre ya sea en modo activo o a veces en standby, pero si algo es seguro, es que toda tu vida vas a pasarla contigo mismo. Seguramente te conozcas a grandes rasgos, incluso es posible que de verdad creas que te conoces en profundidad ¿De verdad piensas que te conoces a la perfección? O incluso mejor... ¿De verdad piensas que algún día lograrás conocerte a la perfección? 

Hay ciertos momentos de nuestras vidas en las que podemos afirmar con fuerza un:

- Sé quien soy. 




Sin embargo, no dejan de ser momentos concretos. Nuestra vida cambia constantemente, las personas que están en ella y también nosotros. Por lo que el ejercicio de conocernos y entendernos mejor es algo constante. 

Vivimos en un mundo lleno de ruido y a veces es más fácil simplemente dejarse llevar. Pero lo fácil es enemigo de lo bueno y el precio que pagas es el perder el control de tu vida porque nadie, absolutamente nadie, va a saber vivir tu vida mejor que tú. 


- M.


domingo, 22 de diciembre de 2019

Tic, tac.



El momento en el que piensas
que la vida pasa deprisa,
tu reloj interno marca las
"somos el tiempo que nos queda" en punto.
El tiempo deja de ir hacia delante,
para ir marcha atrás,
tic, tac.


Cuanto más lo piensas,
el tiempo más rápido avanza.
La vida se convierte,
en una carrera hacia la muerte.
¿En qué momento se deja de tener 
toda una vida por delante?
Tic, tac. 


- Mg.







martes, 5 de noviembre de 2019

La anciana encina


La corteza está tibia
y protege a la gran encina,
sobre tres apoyos se alza
por encima de la colina.

Es la matriarca del valle
y junto al campanario del pueblo vigila,
que todos los seres que aquí habitan
respeten el curso de la vida.



Pero la gran encina guarda un secreto,
sus entrañas han comenzado a morir.
Un enorme vacío la reseca por dentro
y su savia pronto dejará de fluir.

El valle respira tranquilo,
a la sombra de su alguacil,
sin saber que es una mancha
entre campos cultivados de maiz.

El día que caiga la anciana,
la mancha se talará,
calentará la chimeneas de los labriegos
que viven del cereal.

MG

Brazo a brazo

Sencillo, anatómico y universal.
De nuestro día a día un ritual.
La perfecta de la excusas 
para sentir y tocar.
Puede ser pesadilla 
u oasis de intimidad.
Tal vez cotidiano, 
extraordinario o vulgar.
Inegable que no hay uno igual.
Influyen en nuestra forma de pensar, 
gracias a ellos se puede interpretar 
lo que sentimos hacia otro mortal.


Existen los abrazos 
distantes y cercanos, 
los breves, los largos. 
Hundiendo la cabeza 
de lado a lado, 
mirando a los ojos 
o sin contacto. 
Juntando frentes,
entrelazando manos.

Existen los medios abrazos 
y los abrazos enteros. 
Existen tus brazos y los míos. 
Existen los nuestros.



Sentir un mundo 
en el latir de tu pecho, 
desaparecer de lo cotidiano 
para rozar lo perfecto.

MG

domingo, 27 de octubre de 2019

Si la mediocridad está a la orden del día, yo seré una rebelde de noche

Te pesa la vida, 
te tumban las mañanas, 
Te robotiza la rutina,
tus sentidos se paran. 

Ejercer tus obligaciones,
tachando listas pendientes, 
trabajando entre mediocres,
para un puñado de incompetentes. 

Te restas vida a diario,
Tus sueños ya no brillan,
Has terminado por creerte,
que es así como debe ser tu vida.

La risa profunda, 
la escondes en tu pecho,
lleva un largo tiempo 
padeciendo un duro invierno.



Funcionas mecánicamente, 
realizas tus tareas sin destacar,
la pasión se va engangrenando,
en este mundo vulgar. 

No brilles, no sueñes.
La vida es dura
y esto es normal.
Aguanta, paga, vive y muere.
No destaques entre los demás. 

Basta. Basta. 
"Si la mediocridad está a la orden del día, 
yo seré una rebelde de noche".
No me conformo con medio vivir una vida, 
sin brillar cada vez que lo goce. 

Que la vida es un disfrute 
y un mandarlo todo a la mierda, 
cuando te dicen que aguantes 
aunque no te merezca la pena. 

Que tu voz nunca muera, 
que tu risa estalle en primavera, 
que tus sentidos vuelvan a humanizarse 
y que tu rutina te inspire el volver a enamorarte, 
de los tuyos, 
de tu vida, 
de ti. 

Mientras vivas, 
no te dejes morir



MG