martes, 26 de julio de 2016

Rápido, demasiado rápido.

Tendámonos en el suelo sucio y mojado, 
tendales que cuelgan de los balcones 
que vuelan sobre las fachadas 
de los edificios empedrados aún sin terminar, 
decorados con pinceladas de palomas perspicaces 
artistas callejeras abanicos de plumas aladas 
manchadas de los humos negros de las ciudades 
que crecen sin sentido extendiéndose como la gangrena, 
rápido, demasiado rápido. 

Pero así vamos por la vida, 
corriendo a todas partes, trenes que parten, 
semáforos en rojo, el metro hasta arriba, 
hora punta, lo cojo no lo cojo 
y las puertas se cierran en tu cara 
dejándote plantado en el andén 
ante cientos de ojos observando cómo se te fue, 
la vida, rápido, demasiado rápido. 













Tendemos a leer por encima, 
ojear revistas y pasar fotos 
y se nos olvida que para leer hay que comprender 
y que las fotografías son momentos congelados 
que se viven una y otra vez. 
Nos van los envoltorios que llamen nuestra atención 
porque no estamos acostumbrados a mirar, 
y mira que tenemos dos ojos. 

Nos van los titulares cortos 
no vaya a ser que leyendo nos sangren los ojos. 
Nos va no mirar, no estamos entrenados para ver realmente, 
solo vemos la superficie, tanto que nos hemos limitado a ver gente, 
denominador común y somos masa y el individuo se pierde.

Y nos comparamos unos con otros aun siendo una estupidez, 
porque dos cosas distintas no son comparables, 
pero eso pocos lo saben porque no se han detenido a mirar, 
a darse cuenta de que son individuos únicos 
porque van por la vida rápido, demasiado rápido.















- mg.

sábado, 9 de julio de 2016

Cuando las noches caen

los días se levantan.



Beber amnesia de la botella
y encontrar unas instrucciones en blanco
para hacer ese algo que nunca se hizo
y para vivir un recuerdo olvidado,
sin caer en los pasados, atándonos
a los que obnubilan el mañana encerrándonos
en nosotros mismos, ante el abismo
que debimos haber quemado
y dejar convertido en cenizas,
mientras las noches sigan cayendo haciéndonos trizas.
Y los días sigan levantándonos los ánimos,
incitándonos a vivir y alentando nuestras almas perturbadas,
que lo que no sanará hoy sanará mañana.

-mg.


miércoles, 6 de julio de 2016

Habla, bla, bla.

He encontrado un resquicio de inspiración 
en el rincón de mi habitación 
donde solía tocar la guitarra. 
Los acordes de Do mayor 
me han recordado 
que nunca se pierde si se aprende, 
se comprende, se entiende, 
la esencia de la cuestión. 
No por la respuesta,
sí por la interrogación. 

Que las puertas 
se abren con preguntas, 
que las respuestas 
están sobrevaloradas, 
al igual que las verdades.
Que es la disparidad de perspectivas 
lo que nos hace iguales
porque somos críticos;
desde Grecia hasta Telecinco, 
pasa el tiempo y seguimos 
siendo los mismos 
pero en peor versión, 
ya no acompaña la reflexión.

Rechazamos la cultura 
para construir realidades ficticias (*)
centradas en nosotros mismos; 
nuestro mundo, nuestro ombligo.
Y seguimos  siendo críticos 
sin saber hablar, 
pero hablando para no oírnos.

- mg.






(*) Realidades ficticias centradas en nosotros mismos, ya que la cultura no deja de ser una realidad ficticia consensuada, pero eso ya lo dejamos para mañana.