Tumbado sobre los latidos de su pecho,
ese sonido que me tiene preso
Yo te hablo,
de esa frescura que la envuelve
cuando pierde la mirada
y torna los ojos al cielo,
cuando se eriza,
cuando brotan sus mejillas
Cuando siente
como el placer se vierte
por cada vaso
que dibuja su piel de seda.
Ahí justo me quedo con ella,
tumbado,
sobre los latidos de su pecho,
ese sonido que me tiene preso,
y dejo que la realidad se acelere
mientras recobra el aliento
y el mundo vuelve
encajando el ritmo constante
de sus ventrículos.
La gravedad nos aplasta de nuevo,
cuerpos pesados y fríos,
aunque en el eco de mis sentidos
resuena la sensación de haber flotado.
De haber flotado contigo.
MG
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